martes, 5 de junio de 2012

El Capitalismo Asesino


Parece ser paradójico que en un mundo que desborda de riqueza en determinados sectores sociales; y que en ciertas naciones mueran a diario miles de personas por inanición. El capitalismo posee aquella mano invisible que decide quien ha de vivir y cuales han de perecer por el “bien del mercado”. Con el capital acumulado existente en el planeta Tierra es posible mantener a mas de doce mil millones de habitantes con una nutrición completa, y es más que evidente que tal posibilidad no se cumple ni con tan siquiera los seis mil millones de habitantes existentes hoy en día. Esta pronta afirmación que se ha hecho anteriormente, sirve para demostrar que el capitalismo no es más que un sistema basado en las desigualdades; que ya no concibe al ser humano como tal, sino que se le da aquella categoría que posee un producto en un anaquel de una tienda cualquiera.

Los habitantes de un país “en vías de desarrollo”, les queda claro que aquellos ideales imaginarios de independencia y soberanía, son lujos que solo disfrutan las potencias económicas, los demás países débiles  han de someterse a sus voluntades; y en caso de querer hacer valer su libertad y sus principios, serán catalogados como grupos populistas e incluso se les nombrará como actualmente se acostumbra “grupos terroristas”.
 Sus normativas no van más allá de sus límites fronterizos, las potencias “los dueños del mundo”, poseen una legislación sin control, sin fronteras de ningún tipo, capaz de ser impuesta por sobre cualquier ordenamiento de cualquier nación.

Uno de los fenómenos más característicos del capitalismo, la globalización, dentro de sus vacías promesas se encuentra la de crear una economía única, en la que el dinero llegue a todos por igual, mediante el flujo libre de capital; pero en la realidad no se ve más que una economía injusta donde existen sectores minoritarios que disfrutan de la mayor riqueza, y por otra parte se encuentran enormes porciones que viven en la completa desigualdad, en la oscuridad del olvido.


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