lunes, 12 de marzo de 2012

La Meditación: Matthieu Ricard

 1  Matthieu Ricard contesta la pregunta inicial de todos…
Obsérvate honestamente. ¿Donde estás en tu vida? ¿Cuáles han sido tus prioridades hasta este momento y que piensas hacer con el tiempo que te queda? Somos una mezcla de luz y sombra, de cualidades y defectos.  ¿Somos realmente lo mejor que podemos ser?  ¿Nos debemos de quedar como estamos?  Si no, ¿Qué podemos hacer para mejorar? Estas son preguntas que vale la pena que se hagan, especialmente si hemos llegado a la conclusión de que el cambio no es solo deseable sino posible.
En nuestro mundo moderno nos encontramos totalmente inmersos enactividades, desde la mañana hasta la noche.  No nos queda mucho tiempo o energía disponible como para considerar las causas básicas de nuestra felicidad o sufrimiento. 
Imaginamos, más o menos, de manera consciente, que si emprendemos más actividades tendremos más experiencias intensas y que por ende, nuestra sensación de insatisfacción desaparecerá.  Pero la verdad es que muchos de nosotros continuamos sintiéndonos decepcionados y frustrados por nuestro tipo de vida contemporánea.
El objetivo de la meditación es el transformar la mente.  No tiene que estar asociada con alguna religión en particular. Cada uno de nosotros tiene mente y cada uno de nosotros puede trabajar en ella.
2  ¿Es posible cambiar?
La verdadera pregunta no es si el cambio es deseable, sino si es posible.  Algunas personas podrían pensar que no pueden cambiar ya que sus emociones aflictivas están tan íntimamente asociadas a sus mentes que es imposible deshacernos de ellas sin destruir una parte de nosotros.
Es verdad que en general el carácter de una persona no cambia mucho a lo largo de su vida.  Si pudiéramos estudiar al mismo grupo de personas a través de los años, raramente encontraríamos que la gente enojada se volvió paciente, que las personas alteradas encontraron la paz interior o que los pretenciosos aprendieron humildad.  Pero tan inusual como el cambio pueda parecer, algunas personas si cambian, lo cual demuestra que el cambio es posible.  El punto aquí es que nuestras características negativas tienden a persistir si no hacemos nada para cambiar el status quo.  Ningún cambio ocurrirá si dejamos que nuestras tendencias habituales y patrones automáticos de pensamientos se perpetúen o incluso se refuercen, pensamiento tras pensamiento, día tras día, año tras año.   Pero estas tendencias y patrones pueden ser desafiados.
La agresión, avaricia, envidia y otros venenos mentales son incuestionablemente una parte de nosotros pero ¿Son una parte intrínsica e inamovible?  No necesariamente.  Por ejemplo, un vaso de agua puede contener cianuro que nos puede matar en un instante.  Pero esa misma agua también se puede mezclar con una medicina curativa.  En cualquier caso, H2O, la fórmula química del agua, permanece sin cambios: por sí misma, nunca fue venenosa ni medicinal.  Los diferentes estados del agua son temporales y dependientes de circunstancias cambiantes.  De manera similar, nuestras emociones, estados de ánimo y rasgos de mal carácter son simplemente temporales y elementos circunstanciales de nuestra naturaleza.
3  Un aspecto fundamental de la consciencia

Esta cualidad temporal y circunstancial se vuelve clara cuando nos damos cuenta que la cualidad primaria de la consciencia es el simplemente saber.  Como el agua del ejemplo anterior, el saber o la consciencia atenta no es en sí, ni buena ni mala.  Si vemos lo que hay detrás del flujo turbulento de los pensamientos y emociones transitorias que pasan por nuestras mentes durante el día y la noche, este aspecto fundamental de la consciencia siempre está ahí.  La atención consciente hace posible que podamos percibir a todo tipo de fenómenos.  El budismo describe la cualidad básica cognitiva de la mente como luminosa ya que ilumina tanto al mundo externo a través de las percepciones como al mundo interior con las sensaciones, emociones, razonamiento, memoria, esperanza y miedo.
Aunque esta facultad cognitiva se encuentra subyacente en cada evento mental, no está en sí, afectada por ninguno de esos eventos.  Un rayo de luz puede brillar sobre un rostro desfigurado por odio o sobre una cara sonriente; puede brillar sobre una joya o un montón de basura; pero la luz en sí no es ni odiosa ni amorosa, ni sucia ni limpia.  El entender que la naturaleza esencial de la consciencia es neutral nos demuestra que es posible cambiar nuestro universo mental; somos capaces de transformar el contenido de nuestros pensamientos y experiencias.  El trasfondo luminoso y neutral de nuestra consciencia nos provee el espacio necesario para poder observar los eventos mentales en lugar de estar a su merced.  Tenemos entonces el espacio que necesitamos para crear las condiciones necesarias para transformar estos eventos mentales.
4   Desear no es Suficiente
No tenemos opción acerca de lo que ya somos, pero podemos querer cambiar.  Una aspiración como esta le da a la mente un sentido de dirección.  Pero el simple deseo no es suficiente.  Tenemos que encontrar una manera de que este deseo se convierta en acción.
No nos parece extraño el que pasemos años aprendiendo a caminar, leer y escribir o adquirir habilidades profesionales.  Pasamos horas haciendo ejercicio para que nuestro cuerpo esté en forma, a veces derrochamos tremenda energía física pedaleando en una bicicleta estacionaria.  Para sustentar este tipo de tareas se requiere por lo menos de un interés mínimo o entusiasmo.  El interés viene de la seguridad de que estos esfuerzos nos beneficiarán a la larga.
Esta misma lógica es la que aplicamos para trabajar con la mente.  ¿Cómo vamos a cambiarla sin el menor esfuerzo, con simplemente desearlo?  Esto no hace mucho más sentido que el que si esperáramos aprender a tocar una sonata de Mozart cuando solo tocamos el piano ocasionalmente.
Ponemos mucho esfuerzo en mejorar las condiciones externas de nuestras vidas, pero al final, es siempre la mente la que crea nuestra experiencia del mundo y traduce esta experiencia en una de bienestar o de sufrimiento.
Si transformamos la manera de como percibimos las cosas, transformaremos la calidad de nuestras vidas.  Es el tipo de transformación que se logra a través de una forma de entrenamiento mental conocida como meditación.
5   ¿Qué es la Meditación?

 La meditación es la práctica que hace posible el cultivo y desarrollo de ciertas cualidades humanas positivas y básicas de la misma manera que otro tipo de entrenamientos hace posible el tocar un instrumento musical o adquirir cualquier otra habilidad.
 Entre algunas de las palabras asiáticas que se traducen como “meditación” tenemos:bhavana del sánscrito que significa “cultivar” y su equivalente tibetano, gom, que significa “familiarizarse con”.  La meditación nos ayuda a familiarizarnos con la manera clara y correcta de ver las cosas y a cultivar cualidades de bienestar que permanecerán en estado durmiente a menos de que hagamos un esfuerzo para extraerlas.
 Así que comencemos por preguntarnos, “¿Qué es lo que realmente quiero de mi vida?  ¿Estoy contento de estar improvisando día a día?  ¿Voy a ignorar el sentido vago de descontento que siempre he sentido en lo profundo de mi ser cuando, al mismo tiempo que estoy anhelando bienestar y satisfacción?”.  Nos hemos acostumbrado a pensar que nuestras limitaciones son inevitables y que tenemos que conformarnos con los reveses que nos provocan a lo largo de nuestra vida.  Consideramos a nuestros aspectos disfuncionales por asentados sin darnos cuenta que es posible romper el ciclo vicioso exhaustivo de patrones de comportamiento. 
 Desde el punto de vista budista, los textos tradicionales declaran que todos los seres tienen el potencial para la Iluminación de la misma manera que cada semilla de sésamo contiene aceite.  A pesar de esto, y para usar otra comparación tradicional, vagamos en la confusión como un mendigo que es simultáneamente rico y pobre porque no sabe que tiene un tesoro enterrado bajo el suelo de su choza.  La meta del camino budista es el de tomar control de esa riqueza que hemos pasado por alto y que puede imbuir nuestras vidas con el más profundo de los significados.
 6  Entrenando la Mente
 El objeto de la meditación es la mente.  Por el momento está, simultáneamente confundida, agitada, rebelde y sujeta a innumerables condicionamientos y patrones automáticos.  La meta de la meditación no es el de apagar la mente o anestesiarla sino de hacerla libre, lúcida y balanceada.
 De acuerdo al budismo, la mente no es una entidad sino más bien un flujo dinámico de experiencias, una sucesión de momentos de consciencia.  Estas experiencias están comúnmente marcadas por confusión y sufrimiento, pero también se pueden experimentar como un estado espacioso de claridad y libertad interior.
 Todos sabemos que, como nos lo recuerda el maestro contemporáneo Jigme Khyentse Rinpoche, “No necesitamos entrenar a nuestra mente para mejorar su habilidad para estar molestos o sentir envidia.  No necesitamos un acelerador del enojo o amplificador del orgullo.”  Por el contraria, el entrenamiento mental es crucial si queremos refinar y agudizar nuestra atención; desarrollar un balance emocional, libertad interior y sabiduría y cultivar el deseo de dedicarnos al bienestar de los demás.  Tenemos dentro de nosotros el potencial para desarrollar estas cualidades pero no se desarrollarán por sí solas o simplemente porque lo deseemos.  Requieren un entrenamiento.  Y todo entrenamiento requiere perseverancia y entusiasmo, como ya lo he dicho: no podemos aprender a esquiar si practicamos uno o dos minutos al mes
 7  Refinando la Atención y la Atención Plena
 Galileo descubrió los anillos de Saturno después de que desarrolló un telescopio que era lo suficientemente brillante, potente y que estaba colocado sobre una base estable.  Su descubrimiento no hubiera sido posible si su instrumento hubiera sido inadecuado o si lo hubiera sostenido con una mano temblorosa.  De manera similar, si queremos observar los mecanismos más sutiles de nuestro funcionamiento mental y tener una influencia sobre ellos tenemos que, de manera absoluta, refinar nuestros poderes de observación hacia el interior.  En orden de poder lograr esto, nuestra atención tiene que estar altamente refinada de tal manera que se pueda volver estable y clara.  Podremos entonces, ser capaces de observar como funciona la mente y como percibe al mundo y seremos capaces de entender la manera como los pensamientos se multiplican por asociación.  Finalmente, seremos capaces de continuar refinando la percepción de la mente hasta que lleguemos al punto donde seamos capaces de ver el estado más fundamental de la consciencia: un estado perfectamente lúcido y despierto que está siempre presente aún en la ausencia de la cadena ordinaria de pensamientos.

8  Lo que no es Meditación
 En ocasiones los practicantes de meditación son acusados de estar demasiado enfocados en sí mismos, de regodearse en una introspección egocéntrica y el de no preocuparse por los demás.  Pero no podemos considerar como egoísta un proceso que tiene como meta el erradicar la obsesión con el “yo” y cultivar el altruismo.  Esto sería como recriminar a un aspirante a doctor por pasar años estudiando antes de comenzar a practicar la medicina.
 Hay un gran número de clichés circulando acerca de la meditación.  Permítanme aclarar que la meditación no es un intento para desarrollar una mente en blanco a través de bloquear los pensamientos – lo cual es imposible de cualquier manera.  Ni tampoco es el simple proceso de relajación con el cual suspendemos temporalmente los conflictos internos en un estado vago y amorfo de la consciencia.  No tiene mucho sentido el descansar en un estado interno de desconcierto.  Efectivamente, existe un elemento de relajación en la meditación, pero está asociado al alivio que viene de dejar ir las esperanzas y los miedos, los apegos y los caprichos del ego que continuamente alimentan nuestros conflictos internos.
 9.  La Maestría que nos Libera
 La manera como manejamos nuestros pensamientos en la meditación no es bloqueándolos o alimentándolos de manera indefinida, sino permitiendo que surjan y que se disuelvan por sí solos en el campo de la atención plena.  De esta manera no se posesionan de nuestras mente.  Más allá de esto, la meditación consiste en cultivar una manera de ser que no está sujeta a los patrones del pensamiento habitual.  Comúnmente comienza con un análisis y continúa con la contemplación y transformación interior.  El ser libres es el convertirnos en dueños de nosotros mismos.  No es cuestión de hacer cualquier cosa que se nos venga a la mente, sino el liberarnos de las constricciones y aflicciones que dominan y oscurecen a nuestras mentes.  Es cuestión de tomar nuestra vida en nuestras propias manos en lugar de abandonarla a las tendencias creadas por los hábitos y la confusión mental.  En lugar de soltar el timón y permitir que el barco se vaya a la deriva a donde el viento lo lleve, libertad significa trazar un curso hacia un destino deseado – un destino que sabemos que es el mejor para nosotros y otros.

10  El Corazón de la Realidad
 La meditación no es, como algunas personas pudieran pensar, una manera de escapar de la realidad.  De manera contraria, su objetivo es el de hacernos ver la realidad tal como es ahí, en el centro de nuestra experiencia; es el desenmascarar las causas profundas de nuestro sufrimiento y el disipar la confusión mental.  Desarrollamos un tipo de entendimiento que viene de una visión más clara de la realidad.  Para alcanzar este entendimiento meditamos, por ejemplo, en la interdependencia de todos los fenómenos, en su transitoriedad y en la ausencia de existencia de un ego percibido como una entidad sólida e independiente.
 La meditación en estos temas está basada en la experiencia de generaciones de meditadores que han dedicado sus vidas a observar los patrones de pensamientos automáticos y mecánicos así como a la naturaleza de la consciencia.  Luego enseñaron métodos empíricos para desarrollar la claridad mental, viveza, libertad interior, amor altruista y compasión.  Sin embargo, no podemos depender solo de sus palabras para liberarnos de nuestro sufrimiento.  Debemos descubrir por nosotros mismos la validez de los métodos que esta gente sabia enseñó y confirmar las conclusiones a las que llegaron.  Esto no es un proceso meramente intelectual.  Se requiere de un prolongado tiempo del estudio de nuestra experiencia para redescubrir las respuestas e integrarlas en nosotros mismos a un nivel más profundo.  Este proceso requiere de determinación, entusiasmo y perseverancia.  Requiere lo que Shantideva llama “el gozo de los medios virtuosos”.
 Es así como comenzamos por observar y entender como los pensamientos se multiplican por asociación unos con otros y crean todo un mundo de emociones, tanto de gozo como de sufrimiento.  Luego penetramos la pantalla de los pensamientos y alcanzamos a ver un atisbo del componente fundamental de la consciencia: la facultad cognitiva esencial de donde todos los pensamientos surgen.
 11  Liberando la Mente de Mono
 Para llevar a cabo esta tarea, debemos empezar por calmar a nuestra mente turbulenta.  Nuestra mente se comporta como un mono cautivo que, en su agitación, se enreda cada vez más en sus ataduras.
 De la vórtice de nuestros pensamientos surgen primero las emociones, luego los comportamientos y cambios de humor y finalmente los hábitos y la personalidad.  Lo que surge espontáneamente no necesariamente produce buenos resultados, no más que pensar que lanzando semillas al viento resultará en buenas cosechas.  Así que tenemos que comportarnos como buenos campesinos quienes preparan sus campos antes de sembrar sus semillas.  Para nosotros, esto significa que la tarea más importante es la de lograr la liberación mediante la maestría de nuestra mente.
 Si consideramos que el beneficio potencial de la meditación es el de experimentar al mundo cada momento de nuestras vidas de una nueva manera, entonces no parecería excesivo el dedicar veinte minutos de nuestro día a conocer mejor a nuestra mente y entrenarla hacia este tipo de apertura.  El logro de la meditación se podría describir como el estado óptimo de ser o como la felicidad genuina.  Esta felicidad verdadera y duradera es una profunda sensación de haber realizado el máximo potencial de sabiduría y logro que tenemos dentro de nosotros.  Trabajar en pos de esta realización es una aventura en la que vale la pena embarcarse.

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